Mucho antes de que cualquiera de nuestros queridos “haters y trols” nos cuestionara por qué vamos a un Mundial rodeado de tanta polémica, nosotr@s ya nos habíamos cuestionado aproximadamente 3.657.129.032 preguntas sobre ello. 

En este post no pretendo justificar nuestra presencia en un engranaje que realmente tiene muchas piezas que nos repugnan. La intención de estas letras es simplemente expresar algunas de las razones de por qué, en mi caso personal, decidí subirme al Chunche y sumarme al propósito del proyecto: llevar esperanza y humanidad a través del deporte más popular en la faz de la tierra. 

Las 5 principales razones que me hicieron dejar de lado las pesadillas que tuve durante las noches de la semana previa a volar hacia el Medio Oriente, son las siguientes: 

  • EMPATÍA 

Sentir en carne propia, como mujer, como feminista, como jugadora, como lesbiana, cómo se vive en algunos países donde los nuestros derechos se convierten en privilegios de difícil acceso. Poder vivirlo estando ahí, pero sobre todo vivirlo a través de la escucha activa a mujeres de tales zonas expresándose, a veces desde las palabras, a veces desde los silencios, ha sido demasiado poderoso. Desde la joven patinadora egipcia vestida con el velo por el cual solo podía verle los ojos, hasta la situación en Abu Dhabi donde por primera vez en la vida estuve totalmente dispuesta a pegarme con un hombre que con un dedo me hubiera matado (algún día publicaré sobre ese suceso). 

  • CAMBIO

Ser una de las protagonistas de un proyecto que había sido hasta el momento solo de hombres, en un deporte que sigue siendo mayoritariamente de hombres y en un ambiente mundialista prácticamente solo de hombres, es ser parte del cambio. Y siempre agradeceré a Sebas y a Oli, junto con el resto del crew, por haber apostado por una mujer, a pesar del gran riesgo que eso conllevaba y de la lluvia de críticas poco fundamentadas que inundaron las redes y que poco a poco fueron cambiando de opinión 😉

Y más allá del impacto que pueda tener para quiénes ven la serie en televisión y/o siguen las aventuras en redes, creo que sin duda ha habido un cambio dentro del propio equipo de hombres del Chunche (obviamente yo también he aprendido de ellos y he cambiado muchas cosillas, ¡gracias por ello mis “habibis”!). Creo que también ha habido un cambio, aunque sea pequeñito, en los hombres con los que me he cruzado y con los que decidí no dejar de ser yo misma pese a los peligros que pudieran asomar. Quiero pensar que el beduino del desierto de Wadi Rum llamado Salem (lean el blogpost “Capitana Beduina”), el grupo de indios que corrieron por el metro de Qatar haciendo el payaso conmigo y todos los chicos a los que les gané en algún reto de series sin que el balón cayera al suelo, quizá se lo piensen dos veces a la hora de decidir cuáles son los límites, por cuestiones de género, que marcan los ritmos del planeta. 

  • REFERENTE

Espero no sonar prepotente ni arrogante, pero creo que hace ya un tiempito que para bien o para mal (¡espero que para bien!), he empezado a ser un pequeño referente para niñas y mujeres que ven el fútbol como un espacio de libertad. Para mí es un orgullo pero sobre todo es una responsabilidad. Pero con cientos de mensajes que he recibido estas últimas semanas, me siento tranquila, se disiparon mis miedos y el “auto-boicot” que me estaba haciendo, permitiéndome dar una palmadita en la espalda y entender que las cosas se han hecho bien. Gracias por comentarios tan poderosos como este: “Carme me ha sacado las lágrimas y me ha hecho sentir tantas emociones. Gracias por ser la voz de tantas mujeres que se han callado, nos representas a todas”. 

  • ALEGRÍA

Como ingrediente que no debe faltar nunca, ni ante las mayores adversidades y desigualdades en la vida. Siempre pienso en la sonrisa con la que jugaba Ronaldinho (omitamos su paso por la cárcel…), y en cómo nos hacía sonreír a quiénes tuvimos el placer de verle hacer travesuras con el esférico en sus pies. En los últimos años dejé de sonreír viendo fútbol masculino al sentir repugnancia hacia el hecho de que un futbolista cobre infinitos millones más que una doctora o un maestro. Por favor, abstenerse de contestarme “Cobran eso porque generan eso”… 

Pero me prometí al primer instante de subirme por primera vez al Chunche, que ni eso ni toda la basura malolienta que rodea la FIFA, iba a impedirme llevar alegría y felicidad por donde pasáramos, en especial a los y las peques con las que nos hemos cruzado, sin olvidar de rejuvenecer a los adultos que ven los episodios de nuestra serie desde el sofá, a quiénes con los años se les ha olvidado sonreír, por estar surfeando en un mar de preocupaciones. 

Quiero aprovechar para reconocer el gran trabajo del equipo que hemos formado esta edición, por atrevernos a bailar entre el formato documental y la ficción, siendo el humor el toque mágico que ha sacado tantas sonrisas tanto en Costa Rica como en otros países. Si tenéis un mal día, os invito a volver a ver el episodio de Jordania y a Jupabola al borde del delirio mientras sueña con una piña colada en un paraíso surrealista. ¡Risas aseguradas!

  • EXPERIENCIA

Dicha palabra se puede interpretar de dos maneras, vivir una serie de experiencias o ganar experiencia en algo. Para mí, esta locura ha adoptado ambas acepciones. Vivir mi primer Mundial con la intensidad con la que lo he vivido, ha sido una dosis constante de aprendizaje, tanto a nivel profesional como personal, imposible de describir en palabras. Desde hace tiempo, decidí que nunca jamás trabajaré en algo que no me apasione. Por eso creé Fundación GOLEES y por eso todos los proyectos a los que me sumo, deben hacerme feliz y ayudarme a ser mejor persona. Además, me atrevo a decir que esta experiencia me ha dado la experiencia perfecta para lo que se viene en unos meses: Subite al Chunche Mundial Femenino Australia-Nueva Zelanda 2023. ¡Robado el corazón me tiene!

Tras este breve recorrido sobre mis 5 razones mundialistas, las cuales se han cumplido con creces y superando mis expectativas, cabe añadir que respeto profundamente a las personas que han decidido no ser parte de esta Copa del Mundo. Admiro actos de protesta como la selección alemana posando en su 11 inicial con la mano tapándose la boca, o la selección danesa ocultando el color de su escudo en su uniforme. 

Siempre he sido parte de quienes no callan, de quienes levantan la voz hacia las injusticias, del equipo de quienes protestan y piden justicia. 

Y esta vez he decidido hacerlo, sin dejar de amar el fútbol.