-DON’T SAY THAT!!

Es la primera frase que escucho decir a Salem, beduino que conozco a los pocos minutos de llegar al desierto jordano de Wadi Rum, tras la inocente pregunta de un turista:

-¿Las mujeres beduinas también trabajan recolectando?

Su tajante y hasta enojada respuesta me empuja a querer saber más sobre cómo sería mi vida siendo una mujer beduina. Y escuchando a Salem, puedo resumirla de la siguiente manera: habría nacido sobre tierras de arena rojiza, originalmente nómada, iría a una escuela solo de niñas, jamás habría jugado a fútbol por tenerlo totalmente prohibido, mis prioridades serían procrear junto con un marido, el cual, probablemente, compartiría con más de una esposa, y apenas saldría de mi casa, ya que, según él “Is not because women can’t go outside the house, is because women don’t want to stay outside the house”.

Permíteme dudarlo querido Salem… Obviamente si han crecido viendo a sus madres y abuelas sin poder hacerlo, pensar en ello no entra en su imaginario.

Siento mi cuerpo tenso, en estos primeros minutos de conversación con él. Es importante ser estratégica a la hora de preguntar, tampoco me interesa crear una barrera entre él y yo, que ni un tiro desde las botas de Alexia Putellas logre traspasar. Intento indagar un poco más y me explica que la razón por la cual las mujeres no “quieren” salir del hogar, es porque los hombres se encargan de recolectar para toda la comunidad y que, por lo tanto, ellas “pueden” quedarse en casa. No lo sé, compañero, tu argumento sigue sin convencerme… Pero me aferro a uno de los principios básicos de la Comunicación No Violenta, en la que es posible conectar con alguien, sin necesidad de compartir la misma opinión. Y decido seguir la conversación, en la cuál ahora él decide ser quién formula las preguntas:

-Are you married?

Cuando Salem me pregunta si estoy casada, se me escapa una sutil risilla. Siento que puede entrar en un infarto si le cuento que me gustan las mujeres igual o más que a él. Y como no quiero que hiperventile, prefiero solo contarle que no tengo tiempo de pensar en eso, a causa de mi intenso trabajo mediante el fútbol con niñas y mujeres en zonas en riesgo social. Se me queda mirando. Cuando pronuncio la palabra “football” ha levantado sutilmente sus cejas. Su siguiente pregunta ni siquiera es si juego a fútbol:

-Who is your favorite player?

Le digo, con toda la intención del mundo, que es Alexia Putellas.

-I don’t know him.

Amablemente le contesto, haciendo énfasis en la primera palabra:

-SHE is Barça’s captain.

Se me queda mirando fijamente. Le aguanto la mirada varios segundos. Me la aparta, le da una calada a su cigarro, toma un sorbo del té, saca el humo lentamente, se levanta y se va.

Al cabo de una hora y con la hoguera más prendida que nunca. Parece que el fuego invita a Salem a querer indagar más sobre esta loquilla, rodeada de 5 loquillos más, todxs vestidxs con chemas futboleras. Me pide que me siente a su lado, y de repente, lo impensable sucede: Salem me cuenta su vida. La cual no puedo compartiros porque podría ponerle en riesgo. Lo que sí puedo compartiros es que a partir de ese momento se genera una conexión entre él y yo que jamás hubiera llegado a imaginar en el momento en que le escuché gritar, 1 hora antes:

-DON’T SAY THAT!!

Todo el día siguiente lo compartimos con él. Sin duda es el peor guía del mundo mundial, cero estrellitas en TripAdvisor. Consigo entender las razones de su pésimo servicio al entender su pasado, de dónde viene y qué piedras carga en su propio bulto vital.

Pero de nuevo, este viaje-aventura, vuelve a sorprendernos y sus dientes amarillos de fumar y de una higiene dental atropellada por las condiciones, aparecen enmarcadas dentro de una sonrisa despampanante que se deja ver solamente en dos momentos claves:

-El primero, cuando le pedimos actuar en una escena del capítulo tercero y que, sin duda, va a ganar el próximo Óscar a “Mejor actor revelación” en el 2023. Increíble actuación, con improvisación incluída, ¡brillante! Por cierto, si eres el único ser humano habitante de este planeta que aún no ha visto tal episodio, corre a verlo y disfruta de su intervención estelar en el minuto 10:48.

-El segundo, y el que me permite vincular su sutil levantamiento de ceja de la noche anterior cuando escucha la palabra “football”, es cuando yo sacó mi balón de fútbol, con el que viajo siempre y jugamos con él.

¿Y sabéis qué? Al final del día, este mismo hombre que se levantó y se fue cuando le hablé de una jugadora llamada Alexia Putellas, acaba jugando conmigo con una sonrisa de oreja a oreja. Como una imagen grabada en mi mente, nunca olvidaré cuando agarra la bola con sus manos, se gira y me dice:

-You are the captain of my team.